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sábado, 23 de junio de 2018

Era invierno...



Esa primera ocasión, fue en la librería.
¡Quise decir! la primera situación en que lo ví.
Desde afuera, tuve la sensación de que me veía.
Reír, fue su austera reacción. Pero yo lo consentí.

En su mesa separada, ubicada en la ventana.
Paciente leía un libro y yo… ¡Reflexionaba!
En esa promesa esperada, de cada mañana.
Mi mente perdía equilibrio y él. ¡Me obsesionaba!

Luego de un mes de tardía formalidad.
¡Me enamoré! Si no es que antes, ya lo estaba.
El fuego esta vez ardía con normalidad.
Y no reparé en que ser amantes, no aprovechaba.

¿Qué hombre cavila hoy en el matrimonio?
No aceptan responsabilidad y sólo se conforman.
Con un nombre de pila y un buen testimonio.
Detestan la paternidad y luego... ¡Se transforman!

No entraré en detalles. ¿O no me expresé claramente?
¡No perdonaré que me falles! Lo amenacé descaradamente.
Divagando estas mujer. Ve perdiendo en mi calor, tu soledad.


¡Era invierno entonces!


Hoy recordando el ayer, entiendo que el amor de verdad.


¡Es eterno y sin reproches!

K. L. Ortega
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