Preludio
Mi ego y yo nos reunimos una vez.
¡Frente al fuego! Bebimos café y jerez.
¡El ego no es él! Es como, una bella mujer.
¡Y su juego cruel! Ha dejado huella en todo mí ser.
Yo
¡Dañarte no quiero! Afirma con esmero desconcertante.
Preguntarte quisiera primero, para la incredulidad poder disipar.
Toda duda que te atañe, voy a responder y las mías declarar.
¡Incomoda es la verdad! De gran diversidad; pero sin nada que lamentar.
Ella
¿Por qué eres tan ingenuo mi amor?
Todo entregas y no pides. ¡No exiges nada!
¡No mides el dolor! El silencio es tu perpetuo clamor.
Te doblegas ante el amor y a la persona soñada.
Yo
Cierro por la mala e infame costumbre.
De confiarme y que la belleza me deslumbre.
¡Y cual hierro afilado! Mi corazón cautivo, logré herir.
Maniatarme con su miedo en mi cabeza. ¡Y no discernir!
¡Mujer! Razón no demandes, eres Ego y hombre soy.
¡No eres mi verdadero amor! Aun que te expandes en mi corazón.
¡Si polvo fui ayer! El llanto en arcilla me dejó hoy.
Soy abrevadero de tu pasión, solo que aquí. ¡Ya no brilla tu ilusión!
Sonreí al verla partir. ¡Celosa de mi libertad!
Ansiosa de mi racionalidad. ¡Tomé su jerez!
¡Bebí su copa!.. Y pude sentir un beso de su boca.
Mi escrupulosa personalidad. ¡Volvía a mi otra vez!
En tanto una Ego rabiosa. ¡Perdía en mí!...
¡Toda su altivez!
K. L.
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