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sábado, 11 de agosto de 2018


Te miro desde afuera, donde el mundo es tan pequeño.
Soy un germen columpiándose, en el hoyuelo de una aguja.
Un vampiro que en la higuera, esconde su profundo sueño.
Donde otros duermen dándose a ese consuelo, que embruja.

En esta migración sin final, dormito en constelaciones.
Acudo de malas a esos limbos astrales, para encontrarte.
Por esta imaginación subliminal, no permito más errores.
Y sacudo las alas entre nimbos espectrales, para alcanzarte.

¡Este mundo de hoy! penado en obscuridad lagrimal.
En esta galaxia fatal, de decadente esplendor.
¡Moribundo estoy! condenado en enfermedad terminal.
En anafilaxia mortal, ante la muerte y el dolor.

Nivardo de Runn 

(K.L. Ortega)

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